miércoles, 26 de octubre de 2011

EN LAS ARENAS DEL DESIERTO





¿Qué puede estar tan alto que no se pueda alcanzar? De pronto las estrellas, la luna, la belleza y colorido de Saturno o la casi la indescriptible brillantez, esplendor y majestad del Arco Iris. O quizá, capturar con sus manos el nacimiento del alba y el recorrido de la aurora.

Pero, ¿dónde encontrar la inspiración o la motivación para elevarse?


Ante tantos afanes de la vida en su ir y devenir, por más que lo busquemos afuera, jamás lo encontraremos, porque solo está adentro de nosotros mismos. Es como los árboles y plantas que dentro tienen semillas que dan frutos, y cuando crecen, en sí llevan la vida dentro, llevan el esplendor y la majestuosidad que las hace brillar.


¿Qué cree que pasaría, si en vez de mirar el lóbrego panorama que a veces nos rodea, miramos mejor, y contempláramos la creación a nuestro alrededor? Creo que obtendríamos magníficas fotografías en nuestra mente de la hermosura que tenemos delante y no la vemos.


Podríamos reordenar nuestro viejo álbum de fotos, y botar o sacar de nuestra vista aquellas fotografías amarillentas y feas, que no traen buenos recuerdos. Y algunas otras que nos hacen reír y recordar buenos tiempos, limpiarlas, cuidarlas y restaurarlas. Además armar la colección con otras nuevas que les den luz y esplendor a todas las demás.

Es importante en todas las áreas, hacer limpiezas, reordenar y embellecer. De esta manera, podemos ver los acontecimientos pasados desde otra perspectiva, y comprender cómo es que esos hechos que en su momento fueron dolorosos, nos llevaron a una búsqueda más profunda de la verdad interior. En donde aquellos sucesos ya no molestan, pues han sido superados. Porque “las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. (Apóstol Pablo).


Hace años atrás, comencé poco a poco, a desandar el camino que había tomado desde mi niñez, y comencé a abrir mis ojos y a pararme frente a mis errores y deseos equivocados. Y comencé a entender que cada uno de nosotros tiene una misión qué cumplir en la vida.

No hay recetas, ni fórmulas, solo es asunto de encontrar el poder que está en nosotros y en cada cosa que nos rodea. Solo hay que descubrirlo por causa de ese poder divino que nos hace entender los procesos del camino como algo maravilloso.

Así que las lecciones aprendidas, las experiencias propias y de otras personas en este camino, no solo las he puesto en práctica en mi vida, sino que las doy como legado a todo aquel que pasa por el camino. A todo aquel “que con báculo en la mano, busca en las arenas del desierto, el conocimiento sempiterno”. (paz de Alba).































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